Desde la década de los ’90 aparece una forma de entretenimiento en la televisión, y más expresamente en Holanda, esto es el reality show. El empresario John de Moll es el que inicia esta nueva forma de llegar al espectador, incluyéndolo. Con un bajo presupuesto obtiene grandes ganancias y por ello se hizo millonario rápidamente. Luego se extiende a otros países, logrando un gran éxito.
Su empresa productora Endemol vende contenidos hasta en el Perú; tenemos “La Voz”, “Yo soy”, entre otros. John de Moll es un sujeto sin escrúpulos, al que lo único que le importa es obtener con poca inversión el mayor beneficio.
En uno de los formatos era cuestionado, se trataba de que las concursantes competían por un donante de esperma. Alguien le dijo: “Serás recordado como el rey de la tele basura”, a lo que él replicó “Trabajo para los televidentes, y no enseñar”.
Vemos que nuestra televisión local es cada vez más pobre en programas educativos y culturales. Nuestra sociedad anda adormecida con este tipo de programación de la llamada televisión basura, que afecta terriblemente, en especial a nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Este tipo de programación que sólo divierte y no educa deshumaniza al ser humano.
Los niños pierden el interés por el estudio. Los niños están más al pendiente qué harán sus héroes o heroínas, en donde hasta sus vidas personales son expuestas al público. Los jóvenes los imitan.
Pareciera que al Estado no le interesa elevar el nivel de educación, de cultura de nuestro pueblo, pues no cumple su responsabilidad de promover dichos programas.
¿Qué futuro les espera a las siguientes generaciones? por cierto toda esta situación que se vive actualmente, y que los mismos padres no han tomado debida conciencia del peligro al cual día a día sus hijos andan expuestos.
Hasta es preferible tener un presupuesto familiar más modesto, y no dejar a los hijos expuestos tantas horas a la televisión basura, al internet, cable, periódico, etc. trabajando fuera del hogar.
Recordar que los hijos son el mayor tesoro para los padres. Así como el conocido refrán: Juventud divino tesoro.
Socióloga: Hilda Padilla Sánchez.