Si bien nuestra participación data de hace poco tiempo, sin embargo considero que ello va en aumento. Nuestra sociedad ahora más que nunca desea saber cuál es nuestra opinión, no sólo respecto a temas que tienen que ver estrictamente con nosotras, sino en todo orden de cosas.
¿Y qué de nosotras? Pues que nosotras hemos de tomar conciencia de nuestro importante papel que cumplimos en la sociedad peruana. Desde aquel 7 de setiembre de 1955 en que, bajo el gobierno de Manuel A. Odría se promulgó la Ley 12391 por el cual se otorgaba el voto a la mujer peruana, han corrido “muchas aguas bajo el puente”.
En cuanto a nuestra participación en la política, tenemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 21), la Convención por la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Art. 7), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otras. La Ley 27680-2002 que establece el 30% de mujeres en el Congreso, Gobiernos Regionales y Locales. La Ley 28094-2003 por la cual se establece la cuota del 30% de mujeres en las listas de los partidos políticos.
Ahora, el pleno del Congreso 2020-2021 aprobó una norma que establece criterios de paridad (50% de mujeres o de hombres en forma intercalada) aplicables para el proceso electoral 2021. En las últimas elecciones al 2020, la participación de la mujer llegó al 40%; sin duda que acá está el reto. Lo ideal sería que hubiera paridad con respecto a los hombres, pero tampoco que nos lo den de pura gracia, sino ganarlo con nuestro esfuerzo, con el desarrollo de nuestras capacidades, con el apoyo que día a día se nos brinde y las oportunidades que necesitamos para poder desarrollarnos en un marco adecuado.
Es decir, que nuestra labor sea reconocida y apoyada, porque finalmente no somos competencia del varón, sino complemento. Entonces, acá el tema es que las mujeres tomemos mayor conciencia de la importancia de nuestra participación y organización en la política, a la par que nuestra preparación esté a la altura de las circunstancias. Acudiendo a la historia, ya en 1932 en la Constituyente de 1932, acérrimos enemigos de la participación de la mujer señalaban que a nosotras no nos interesaba la política. Además que no teníamos las capacidades intelectuales para ello.
¿Cuán equivocados estaban? Vaya señores con esa mentalidad tan limitada, que en lo personal, era una excusa para no permitir nuestra participación y mucho menos nuestra organización. En consecuencia, en la Constitución de 1933 se nos denegó el derecho a sufragar, salvo en elecciones locales. ello se obtuvo gracias al apoyo que recibimos por parte del congresista Víctor Arévalo, para que no se diga que el Congreso era un ente retrógrado. Sin embargo no se reglamentó, y por lo consiguiente, no se aplicó dado el poco interés en apoyar estas iniciativas.
Veinte años después, el tema saltó a la palestra. Al haberse inaugurado la OEA y la ONU, en la post guerra, entre los años 1947 y 1949, surgen movimientos femeninos con el respaldo de la sociedad, que rechazaba la discriminación de raza, sexo o credo. Las mujeres van demostrando sus capacidades en diversos ámbitos considerados androcéntricos, destacando en los negocios, universidades, políticos y con ello se ganaron su propio espacio. Es así como en el Perú también Irene S. de Santolalla llegó a ser la primera Senadora en el Perú. La doctora Teresa Pasco, la diplomática Carmela Aguilar Ayanz. Educadoras como Teresa Bernynson.
Abogadas activistas como María Julia Luna, Bertha Santa María, etc. Con el devenir de los años, se sumaron más ciudadanas que lucharon por el derecho al voto femenino. Haciendo este pequeño recuento, es de resaltar también el apoyo que recibieron por parte de ideólogos y políticos que entendieron la importancia de la dimensión social que esto significaba. María Delgado, esposa de Odría también apoyó a la causa. Hasta que, finalmente como lo vuelvo a repetir, finalmente se nos dio el derecho a sufragar. Ahora ya no somos ciudadanas de segunda clase, sino de primera y con los mismos derechos y deberes que los hombres. Aunque a la actualidad, todavía existen hombres a los cuales les resulta difícil aceptar ello.
No nos desanima su conducta, al contrario a las que ya nos estamos involucrando nos desafía a ser cada vez mejores. Personalmente percibo un gran despertar en las mujeres, lo cual es muy saludable. La sociedad en su conjunto está más atenta a nuestras opiniones, y la verdad que eso me alegra. Eso sí, que todas cumplamos nuestro rol con honestidad, integridad, coraje y entrega. De tal manera que todos aquellos que quieran criticar o menoscabar nuestros esfuerzos no les quede otra, más que reconocerlos.
Y REITERO, UNA VEZ MÁS, LAS MUJERES NO SOMOS COMPETENCIA, SINO COMPLEMENTO CON RELACIÓN A LOS HOMBRES. INSTO A LAS MUJERES VALIENTES Y ESFORZADAS A SEGUIR ADELANTE, HOY MÁS QUE NUNCA, EN ESTOS TIEMPOS TAN DIFÍCILES Y DUROS PARA TODOS LOS PERUANOS Y EL MUNDO, A SEGUIR ESFORZÁNDONOS EN EL DÍA A DÍA, LUCHANDO HOMBRO A HOMBRO POR NOSOTRAS MISMAS Y POR NUESTRAS FAMILIAS, POR NUESTRO AMADO PERÚ. VAMOS PERÚ! LA UNIÓN HACE LA FUERZA! Socióloga Hilda Padilla Sanchez.