El petróleo de Texas (WTI) protagonizó este lunes un desplome histórico de 305% y por primera vez desde que hay estadísticas entró en valores negativos, situándose en los -37,63 dólares. El petróleo nunca había caído a estos niveles desde 1983. Esto se da en un contexto de preocupación por los comerciantes por una caída en la demanda del petróleo debido a la pandemia del coronavirus.
Los inversores y especuladores pagan para encontrar compradores en momentos en que las capacidades de almacenamiento llegan a su límite en Estados Unidos. Esto significa que muchos pagan para deshacerse de este crudo en barriles de 159 litros, muy caro de almacenar. Cabe agregar que el petróleo nunca había caído por debajo de 10 dólares desde la creación de estos contratos a futuro en 1983.
La situación podría mejorar en los próximos días, según algunos analistas. “Es un poco engañoso focalizarse en el contrato de mayo”, explicó Matt Smith, experto de ClipperData. “Hay mucho más movimiento sobre los barriles para entrega en junio”, señaló sobre el contrato que, aún en caída, mantiene los precios por encima de los 20 dólares.
El barril de Brent del mar del Norte, referencia europea y cotizado en Londres, se veía menos afectado, con pérdidas de 6% a 26 dólares antes del cierre.
Las restricciones de movilidad para combatir el coronavirus en buena parte del mundo y la parálisis económica hundieron el consumo de carburante. Y los inversores esperan que la situación empeore.
Además, la oferta de crudo es abundante luego de una guerra de precios entre Arabia Saudita, líder de la OPEP, y Rusia, que no alcanzaron un acuerdo de reducción de producción a inicios de marzo.
El diferendo terminó a inicios de abril al acordar una reducción de 10 millones de barriles diarios para tratar de sostener los precios en mercados afectados por el coronavirus. Pero los precios siguieron su descenso a los infiernos cuando se hizo claro que ese recorte -que además supone un incremento progresivo de producción- no bastaría para compensar la caída de la demanda.
En este contexto de mercado “extremadamente desequilibrado” entre una oferta superabundante y una demanda en caída, los inversores “se precipitan para deshacerse” de sus compras de petróleo, observó Craig Erlam, de Oanda. Fuente: La República